viernes, 23 de diciembre de 2011

El saber de querer

      En aquél bar, ambos solían encontrarse a la misma hora de la mañana para desayunar. Sólo que ninguno sabía quien era el otro, siempre se sentaban em mesas cercanas. Él la observaba cuando ella asomaba su mirada por la ventana, para mirar el afuera. Y cuando menos se daba cuenta, ella lo miraba a él, cuando éste miraba hacia otro extremo.
      Ella solía preguntarse quién podría ser, qué historia podría ocultar. Moría por descubrir eso y más. En cambio, él sólo se sentaba en aquél lugar para poder observarla, y tratar de descifrar lo que ella escondía.
      Siempre el muchacho podía ver que la joven solía escribir en su cuaderno de siempre, parecía que jamás se le acababan las hojas. No obstante, él se sentaba y solamente observaba.
      Lo que ninguno sabía era que ambos observados por el señor que siempre a la misma hora en una esquina. El anciano lograba ver cómo ambos se miraban sin saberlo.
      El anciano, además de tomar su café a la misma hora que ellos, escribía una historia acerca de ellos, acerca del amor que se tenían sin admitirlo. Eran observados cada mañana por aquélla mirada vieja y desgastada, pero que sabía más que ambos, y podía ver más allá del silencio.
      Una mañana, el mozo de siempre le preguntó al anciano una vez que se acercó a él:
      - Disculpe que pregunte, pero ¿qué escribe? Siempre puedo ver que está escribiendo aquí... sólo. ¿Tiene un amor a quien escribirle?- El señor sonrío aún sin mirarlo mientras que todavía mantenía su mirada sobre el cuaderno, y al costado, sus manos en reposo.
      - Si me permites decirte- comenzó por decir el anciano, luego de levantar la mirada lenta y ver que el mozo se estaba por alejar,- escribo sobre aquéllos jóvenes- dijo al ver que la mirada de éste volvía a él, y los miró, señalandolos lentamente con mano derecha, con la cual sostenía su pluma.- Veo en ellos- continúo- un amor que ni ellos mismos ven. Ella es una profesora de literatura. Él, un empresario que se detiene a tomar café- terminó por decir al mirar al mecero, y éste le sonrío.
      - Espero con poder leerla, si algún día me lo permite.- Antes de abandonar la mesa del viejo, llegó a ver que le robaba una sonrisa, y luego se marchó.
      Desde aquél momento, el mozo los miraba cada vez que podía, y logró entender al anciano cuando le dijo aquéllo el otro día.
      El señor viejo no entendía cómoellos no se daban cuenta de lo que sucedía entre ellos. Tal vez, los terceros podían verlo, pero ellos no.
      Un día, este individuo que los observaba, se sentó una mesa más adelante de ella, y comenzó por observarla de cerca. Vio cómo se le iban los ojos a él, aquél ''desconocido''.
      - ¿Señorita?- preguntó el anciano, a lo que ella respondió elevando la mirada y con un ''sí''.- ¿Podría decirme su nombre, si no es tanta molestía?
      - ¿Mi nombre?- se extraño ella, desvió su mirada un instante hacia abajo, hacia la nada y luego contestó:- Juno.
      Él se extraño al escucharla, y le comentó:- ¿Juno? Suena más a seudónimo de escritora.- Ella sonrió.
      - ¿Usted cómo se llama?
      - Dime Bob, linda- y él también le sonrió.- Debo irme, querida. Nos vemos pronto.
      - Hasta luego- y ella sonrío nuevamente.
      Luego de esa mañana, Bos y ella se saludaban cada vez que podían, cada vez que se vían. En esos días, el viejo Bob pensaba en acercarse al joven, sólo con el sentido de al menos saludarlo. Ese día, cuando Bob lo vio ir al baño de hombres, fue trás él.
      Cuando el anciano entró, el muchacho ya estaba ahí, él lo saludó y el joven respondió. Ambos quedaron frente al espejo mientras se lavaban las manos, cuando vio que el joven las secaba, dijo:
      - Soy Bob, por cierto.
      - Un gusto, yo soy Félix.
      - Un placer- comentó Bob, le tendió la mano, y le sonrió. Bob se secó las manos mientras que el Sr. Félix se despedía y se retiraba del lugar.
      Ahora, le quedaba a Bob por acercarse y conocerlos aun más, si era posible. Bob continuó escribiendo acerca de ellos mientras que iba conociendolos de a poco. Los observaba cuidadosamente, mientras los escuchaba contar sus historias de cómo ambos terminaron en ese lugar.
      Al parecer, tenían un lugar en común en el planeta, en sus pasados, y ninguno de los dos sabía nada.
      La joven, al mirarlo, siente curiosidad al igual que le muchacho cuando la miraba.
      Aquélla misma mañana, Bob se acercó un poco desde su mesa hasta Félix y le preguntó:
      - ¿Por qué?- Bob le daba la espalda a Juno, sin que se diera cuenta. Estaba en la mesa de al lado del muchacho, a su derecha. Él lo miró extraño y le respondió con otra pregunta:
      - ¿Disculpe?
      - ¿Por qué? ¿Por qué no vas con ella y tan sólo conversan?
      - ¿De qué habla, Bob? No sea irracional.
      - ¿Irracional? Irracional sería evitar a un gran amor que está a simple vista.- Félix se quedó perplejo, no lo podía creer.
      - ¿Qué esperas que haga?
      - Vé con ella e invitala a tomar un café, a desayunar juntos. ¿Acaso no hacen eso todas mañanas por separado?
      - Sí, pero...
      - ¿Y entonces? ¿Qué esperas, muchacho, a que se vaya el tren y nu vuelva más.- Félix tomó aire, miró hacia la mesa un instante, y supo que debía ir tras ella. Sabía que Bob bo se equivocaba. Debía intentarlo, sabía que por algo Bob lo decía.
      Levantó la mirada y le dijo a Bob que lo intentaría. Fue hasta ella y le preguntó...
      - ¿Puedo sentarme? - Ella levantó la mirada, no sabía lo que miraba. Y ella sin comprenderlo, y sin dudarlo, aceptó que fuera su compañía de aquélla mañana. La joven miró de reojo al viejo Bob, que éste los miraba desde su mesa, parado junto a ella, mientras que él le sonreía a la muchacha, y ella a él.
      Luego de aquél día, ambos muchachos desayunaron juntos por un largo tiempo. El viejo Bob continuaba la historia acerca de ellos.
      El anciano siguió yendo a desayunar al mismo tiempo que ellos.
      Luego de diez años de desayunar juntos, la joven no estuvo aquél día. El muchacho la esperó hasta una hora después de lo usual.
      Aquél día, Félix se acercó a Bob, y lo interrumpió:
      - Viejo Bob.
      - ¿Sí?- preguntó éste con su voz ronca y con la mirada lenta.
      - ¿La ha visto a Juno?
      - Ella...
      - Ella no vino a desayunar esta mañana. Me preguntaba si sabía algo- el moz que los atendió durante tanto tiempo, los observaba desde cerca y lucía preocupado.
      Bob no sabía cómo decirle, qué palabras usar... El mozo se acercó y le pidío hablar con Félix. Ambos se alejaron del viejo amigo, y prosiguió a comentarle lo sucedido.
      - Félix... - Susurró éste sin poder sostener la mirada- ella...
      - Por favor, no me digas que algo le sucedió.- El mecero bajó la mirada, un instante más y lo miró nuevamente.
      - Anoche, quisieron asaltarla cuando venía para acá con una amiga. Sucedió a una cuadra de aquí. Ella sufrió leciones graves. Por ahora... por ahora está en coma- dijo con tanta tristeza. Tras decirle qué hospital era donde estaba, él fue tras el primer taxi que vio. Quiso ir con Bob, pero aquélla mañana sentía que aún no podía ir, así que, le pidió que le llevara flores por él, que lo lamentaba mucho, pero iría al día siguiente. En cuando se lo prometió, Félix ya estaba en camino a verla.
      En cuanto la encontró, vio a varios amigos de Juno junto a ella.
      - Hola- dijo éste al ver a los tres ahí. Se le podía ver la tristeza en los ojos.
      - Hola, ¿cómo estás?- saludó una joven cercana a la puerta.- Juno jamás nos contó de ti...
      - Am... soy Félix- comentó éste aún en la puerta con las flores.- Soy un amigo del bar.
      - Oh... Mucho husto. Yo soy Clara y ellos son Catalina y Julian.
      - Hola- dijo suave. Ambos le devolvieron el saludo.
      Luego de tantos años de desayunar junto a ella, la conocía lo suficiente como para no serlo... como para amarla.
      - Nosotros ya nos ibamos- comenzó por decir Catalina al ver cómo el joven del bar la miraba. Supo, entonces, que la amaba.
      - Pero Catalina...- sugerió Clara. La primera le dijo que no con la cabeza.
      - Debemos seguir con nuestro labor- y con sus cosas comenzó a irse. Los amigos la siguieron, y luego... Catalina les dijo la razón por la cual debían dejarlos sólos.
      Félix, luego de aquél día, fue a verla todos los días, y le leía poesías...

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Los hombres están invadidos por la arrogancia o la estupidez. Y si son afables es muy fácil manejarlos porque no tienen un criterio propio.

La mejor forma de desilusionarle es no preguntarle.

''No more questions, just listen''

En tiempos de desdicha y sufrimiento, te abrazaré, te acunaré y haré de tu dolor el mío. Cuando tú lloras, yo lloro, cuando tú sufres, yo sufro. Juntos intentaremos contener el torrente de lágrimas y desesperación, y superar los misteriosos baches de la vida.

Cuesta creer que haya alguien que te merezca.

Sólo el amor más profundo me persuadiría a casarme, por lo que acabaré solterona.

Nunca renuncies a la lucha, la verdad es la luz.

Hay promesas que por lo que valen se pueden cumplir. Hay lazos irrompibles. Hay amores que no podemos dejar de pasar. Hay tantas cosas que nos duelen y tratamos de dejarlas en el pasado, y nos cuesta más de la cuenta.

Hay cosas que no se pueden olvidar... como el primer amor.

Daría cualquier cosa por volver a esos momentos, todo a cambiado de un segundo, porque cuando todo empieza a ir mal lo único que deseo es volver a tu lado y abrazarte fuerte... Quiero volver a esos días donde sólo hacía falta una mirada para hacernos sonreír, donde el tiempo pasaba sin que nos diéramos cuenta y todo lo demás no importaba, sólo nosotros. Y quiero hacer de estos días junto a ti momentos que no pueda olvidar jamás... Tienes esa magia en la mirada que me hace no poder mirar a nadie más, esa magia en los labios que me hace extrañarlos cuando no los puedo besar, esa magia en las manos que al recorrer mi cuerpo me hacen volar... Y es que no hay nada más mágico que un segundo a tu lado, porque MAGIA eres tú… ¿Has amado alguna vez a alguien hasta llegar a sentir que ya no existes? ¿Hasta el punto en el que ya no te importa lo que pase? ¿Hasta el punto en el que estar con él ya es suficiente, cuando te mira y tu corazón se detiene por un instante?

Dime qué quieres que sea y lo seré por ti.

Historias que vendrán

Lo que nadie sabe es que muchas veces, el verdadero amor puede llegar cuando sea tarde, pero para ese entonces, no será tarde, ya que lo hemos encontrado.
Nunca es tarde para las buenas cosas. Aunque cuando somos jóvenes queremos lo bueno en aquel entonces, para cuando seamos viejos en el tiempo, no sé qué es lo que nos quedará en verdad.
Podemos jugar con los sentimientos del presente, pero no con los del mañana. Podemos jugar con las miradas del hoy, pero no con las que vendrás en el tiempo futuro.
Estamos viendo historias pasar, cuando sentimos que la nuestra no vale la pena ser contada, ni oída. Pero en cuanto la narremos, sabremos que para ese entonces valdrá toda la pena del mundo que sea relatada y escuchada por muchos que hoy no están...

Entre redes e historias del pasado

Contigo en la distancia siento que no puedo volar, pero cuando estamos juntos, cuando estás a mi lado, puedo hacerlo, y más. Contigo, sé que puedo hacer más de lo que soy capaz, porque estás tú ahí para mí.
Claramente, hemos perdido años del otro, hemos pasado el tiempo sin saber del otro, y ahora, no podemos saber todo de repente, pero muero por estar a tu lado y escucharte. Deseo escucharte contar mil historias, tu voz para mí es mi balada perfecta.
Dime dónde estás, iré hasta ti para hacerte saber que un amor real jamás de olvida simplemente.
Me iré de viaje a Chicago, y quiero que vengas conmigo. No hay mejor que tu compañía misma en cualquier instante. Tan sólo dime que no es tarde para este amor que jamás murió. Un amor que no deja de respirar, una sensación bella como inaudita, algo que deja huellas en nosotros.

Niño y hombre

Dos maneras de ser. Vida y placer. Así es como me enamoras con tu forma de moverte.
Ven y búscame como la mariposa a la libertad del son.
Hay cada quien busca su canción de amor, como quien busca su canción de expresión.
Amigo, cómo no te das cuenta de que me he enamorado de ti, que por esa razón jamás te olvidé, me has seducido entre los años... con el corazón a punto de estallar, si te acercas una vez más, te diré la verdad.
Me duele verte sabiendo que no me amas. No resisto a estar sin ti, es por eso que me hace falta la respiración, porque me la quitas hasta volvernos a ver, la guardas, la mantienes y luego me la devuelves hasta retornar a nuestros cuerpos.
Quiero tenerte entre mis brazos, para saber que puedo continuar convida.
Dime dónde estás, y te buscaré.

Te amaré hasta que no respire más

Por ti daría la vida, lo dejaría todo porque estuvieras aquí, junto a mí.
Quiero hacerte sentir que cada día te vuelvo a elegir, quiero vivir la vida entera junto a ti. Y si no podré, es por razones del amor, que no caben en la razón. Razones que sólo el amor puede explicar, aquellas desconocidas que aún no logro descubrir.
Te voy a amar, y hacerte sentir que eres el único para mí... Quiero estar a tu lado, para cuidarte cuando no puedas, quiero estar por el simple hecho de estar.